Pensamos que todo está tan lejos de nosotros que nada nos afecta.
Pensamos que las cosas están a kilómetros de distancia y, como tal, no nos preocupamos.
Pero, ay, muchas cosas no están tan lejos: el cáncer, la muerte, la soledad, un terremoto, un piso que se destroza, la muerte.
Sólo entonces miramos a nuestro alrededor buscando ayuda y preguntas.
Se llama carencia total de empatía. Por suerte no afecta a todas las personas, y cada vez son más los que están concienciados con su entorno y con lo que sucede a otras personas (a pesar de que no te haya sucedido a ti nunca).
Donde yo estaba no se notó el terremoto, pero a mi padre se le movieron las macetas. Donde yo estaba no se notó pero en mi casa se habían caído un par de cuadros. Donde yo estaba no se notó pero a unos cientos de kilómetros (NADA) unas cuantas personas fallecían.
Cuando suceden este tipo de desgracias sólo pienso en las personas, no puedo evitarlo. Me importan bien poco las pérdidas materiales cifradas en millones de euros desde el mismo instante en que una persona pierde la vida.
La tierra se mueve, nos avisa, hay quien menciona un presagio italiano, que el mundo se acaba y las ciudades desaparecerán.
Mi consejo es el de siempre, aprovechad el día, aprovechad el momento y sed conscientes del día en el que vivís, el momento en que estais y el entorno por el cual circulais. Y, sobre todo, aprovechad a las personas que tenéis cerca, medio cerca, y un poco más allá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario