La vida se mueve y esto es bueno.
A nivel económico la vida es convulsa, qué duda cabe.
A nivel social la vida se remueve, qué duda cabe.
A nivel del café la vida critica y se envilece, qué duda cabe.
Esto no es poesía, pero resulta que en el mundillo actual algo debe suceder cuando nos quedamos embobados con mineros, pero luego debatimos la importancia de abuchear o no en un acto público (con más o menos homenajes por medio), o de que unos deportistas asistan a una entrega de premios de relevancia social y monárquica, mientras tratan de crucificar a otro por si en su sangre había o no restos de sustancias químicas legalmente prohibidas.
Aunque también se pueden debatir muchas otras cosas, como presupuestos generales del Estado, donde se camuflan dineros, dineros y más dineros (¡es de locos analizarlos!).
Esto no es poesía pero debemos plantearnos cómo está el mundo en el que vivimos y hasta qué punto nos están reconduciendo, reprogramando y manipulando.
Hoy decía Marcelo Ortega en su artículo sabatino algo así como que era una lástima que en España se critique a la hora del café a los mismos que luego alabamos en público. ¿Seré yo el primero en hacer examen de conciencia? ¿Me sigue alguien?
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