La libertad es una palabra muy recurrida de la cual sólo nos acordamos cuando nos privan de ella. Es lo que han pensado muchos fumadores desde que se anunció que no podrían degustar sus pitillos en bares (lugar por excelencia para fumar, delante incluso del postcoitum).
A los no fumadores les parece incluso bien, pero es una ley que no va con ellos, salvo por el olor de la ropa y un par de inconvenientes más que podría detallar pero no haré.
Ahora las puertas de los bares se han llenado de mesitas auxiliares con ceniceros para que las personas vayan a los bares pero fumen en la calle. Es decir, que los hosteleros no pierdan negocio (indudablemente perderán clientela pero a ver quién es el valiente que lo estima), a pesar del gasto que supone mesita auxiliar, estufa moderna (tipo lámpara), limpiar el suelo de centenares de colillas en la vía pública, etcétera.

Me preocupa que las personas no se quejen salvo en los bares. En el caso de España, si se limita la entrada a los bares de manera tan esquiva, ¿dónde podremos quejarnos? ¿En los parques y en las plazas? No creo, hubiera sido un paso atrás en nuestra evolución.
Antes salíamos a la calle, a las plazas, a los parques, allí hacíamos vida social, hablábamos, compartíamos puntos de vista, charlábamos (fumábamos). La calle.
Pero, ¿quién pierde el tiempo ahora en la calle?
Con imposiciones de este tipo se anima a la gente a quedarse en casa, fumar en casa sin molestar a nadie salvo a uno mismo. Ver la tele, jugar a la consola, mirar porno.
Que a nadie se le ocurra pensar, leer, escribir, mandar cartas al director, hacer asociaciones vecinales, formar partidos políticos alternativos, confeccionar medios de comunicaciòn alternativos vía Internet (por ejemplo) o vía panfletos, dípticos, hojas parroquiales...
No.
Eso sería un paso atrás en la evolución, ese paso ya lo dieron otros por nosotros. Ahora toca callar y disfrutar de esta libertad impuesta.
Pero no olvidemos que en España tenemos una democracia, que tenemos derechos y libertades: tenemos VOZ, tenemos VOTO, tenemos capacidad para asociarnos y manifestar nuestros puntos de vista...y no me refiero a quejarse en Feisbol, no. Me refiero a utilizar nuestras herramientas para que quien nos representa (no confundir con quien nos gobierna) sepa si estamos de acuerdo o no. Pero, sobre todo, para que nuestros puntos de vista se escuchen con ALTAVOZ.
El debate sobre si el tabaco es malo o no es una sandez, claro que es malo. El alcohol, las drogas, la prostitución, los coches, los aviones, la comida rápida, la televisión actual. Debatirlo es reconducir las palabras hacia un lugar sin sentido.
Ayer escuché muchos comentarios al respecto del tabaco y la prohibición de fumar. Algunos hablaban del mal (físico. Incluso la muerte) que deseaban a los hacedores de leyes, otros decían que puestos a denunciar, denunciemos a cada político (por pequeño que sea su cargo) a quien veamos hacer algo mal: desde orinar en la acera cuando van borrachos, a meterle mano a la secretaria, a defraudar hacienda, robar. Y esto mismo aplicarlo al director del banco, al empresario millonario, etcétera.
Ir a la guardia civil y saturarlos con denuncias.
Pero no dejaba de ser una pataleta.
Al final lo que harán los fumadores es buscarse las triquiñuelas para poder fumar sin que alguien los denuncie (porque ésta es otra, ¿qué consigo denunciando a mis amigos si los veo fumar? ¿Tengo que denunciar al coche que va a más de 120 en autovía? ¿Tengo que denunciar a la señora que se me cuela en el mercado? ¿Tengo que denunciar al vecino que me mete publicidad en el correo porque él no la quiere? ¿Tengo que denunciar, tengo que denunciar?).
Vale, ahora mi ropa no huele a tabaco cuando me echo un café con mis amigos. Lo malo es que mis amigos no quieren quedar en los bares para echar un café, ni quieren quedar a comer o a cenar.
¿Es esto el Apocalipsis?
NO, es una más.
1 comentario:
Aunque no comparto enteramente tu opinión creo que la reflexión que haces es bastante interesante, Miguel.
Para mí el ver los bares libres de humo no sólo supone el que por fín salga de un bar sin que mi ropa apeste a tabaco. También supone, por ejemplo, que puedo volver a respirar un aire no viciado dentro de un bar. Hace unas semanas tuve que salirme de un conocido pub de marcha porque estaba harto de respirar el aire de una infecta nube de humo situada sobre mi cabeza.
Quizás haya gente que vuelva a ir a los bares a los cuales dejó de acudir huyendo del humo del tabaco. Puede que eso incluso compense a los hosteleros por el número de fumadores que dejarán de acudir a sus establecimientos. Pero esa no es la cuestión importante.
Por una parte es verdad que no se puede obligar a los fumadores a salirse a fumar a la calle. Quizás hubiera sido más lógico llevar un paso más alla la implantación de zonas de fumadores y no fumadores, para dejar al libre albedrio de cada uno si permanecer en una zona libre o no de humo.
Lo que sí que es una sandez es el tema de las denuncias. Con eso no se gana nada, más que meter cizaña y causar polémicas estupidas. Salvando las distancias parece que volvieramos a la época de la Guerra Civil, con la gente denunciando a los simpatizantes del otro bando.
Pues sí, que los fumadores tendreis que hacer escuchar vuestros puntos de vista. No sería bueno que los políticos se acostumbraran a imponer sus ideas o creencias sin que nadie discrepe.
Ya no me enrollo más, un saludo
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