Moverse en la sociedad

Saber moverse en la sociedad es una de las primeras cuestiones que nos enseñan de chiquititos, pero a cada uno de una manera diferente: en determinadas familias es importante saber imponerse, en determinadas otras ser siempre educado, hay familias que te enseñan a saber decir siempre que sí, o siempre que no. Las normas varían aunque hay algunas que no cambian, muros contra los que no se pueden luchar, que los poderosos siempre se salen con la suya, que quien tiene padrino llega más lejos, etcétera.

Un sociólogo llamado Goffmann dedujo que las personas nos comportamos en la sociedad como si en una obra de teatro estuviéramos, es decir, nos ponemos ropajes, nos movemos, hablamos de determinada manera. En general, actuamos según las circunstancias nos aconsejan.

Pero, ¿dónde está el guión de estas obras de teatro? ¿Quién nos dice qué y cómo tenemos que hacer? Para ello debemos recurrir, como va a suceder en decenas de ocasiones, a los pilares básicos de la sociedad, lo que se denomina agentes sociales (familia, escuela, grupos de iguales y medios de comunicación), el recorrido donde uno aprende a moverse en la sociedad (socialización).

A partir de las pequeñas cosas diarias que a uno le repite la mamá y el papá (entendiendo que existen más posibilidades en una sociedad moderna), hasta las relaciones que uno tiene en el colegio y para las cuales no hay previsión (se puede ser el más listo y guapo en casa, y el más tonto y feo en el colegio. O al revés, o decenas de combinaciones que nada tienen que ver con esto), así como las relaciones con los amigos (manera sencilla y reducida de definir al grupo de iguales) donde uno puede ser desde campéon de canicas, al oloroso del grupo, a campeón de futbolín, al que más rápido bebe cerveza.

Todos y cada uno de los elementos se interrelacionan y conforman la personalidad, pero también la manera de movernos en el día a día, y de cara al futuro.

¿Cuántas máscaras nos enseñan a colocarnos en este gran teatro de infinito escenario? ¿Es cierto que hay personas que siempre son iguales, siempre se comportan de la misma manera? No es cierto, igual que no es cierta la frase que muchas personas repiten: "A mi edad ya no voy a cambiar". El día a día nos demuestra que la adaptación es necesaria como herramienta de supervivencia, defensiva, necesaria; aunque ciertamente determinados elementos de nuestra personalidad no tienen por qué verse alterados.

Nos enseñan a amar la libertad, pero pocos hacemos gala de ella porque estamos condicionados. Aprendemos a amar la democracia pero no sabemos hasta dónde podemos recurrir a ella. Nos enseñan a ser libres y no soportar yugos ni imposiciones pero también aprendemos que para vivir (en ocasiones vivir sin problemas) tenemos que soportar tirones de orejas, pies en el cuello, manos que asfixian.

¿Qué guión aceptamos cada uno de nosotros? ¿Qué papel asumimos? ¿Hasta dónde somos capaces de actuar para conseguir nuestros objetivos?

1 comentario:

Marcelo Ortega dijo...

'La presentación de la persona en la vida cotidiana'. Todavía tengo el libro, del que hice una experta recesión (¡!). Un saludo a la ventayología desde la redacción

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