UNA DE ESPÍAS, OTRA VEZ

Me estoy cansando de las cosas que pasan en Internet.
Y no es que me vaya a cerrar las cuentas ni a dejar facebook o cancelar los blog o lanzar mi teléfono al contenedor del vidrio/papel/plástico, pero tengo la sensación diaria de que me toman el pelo.
Casi el mismo día en que cierran megaupload los de anonymous empiezan a tocar las narices y colarse en las web más protegidas del universo. En las más protegidas quiere decir que si los pillan no van a ir a la cárcel, sino que van a aparecer muertos, si es que aparecen, porque no se juega con el séptimo de caballería.
Si el FBI y el gobierno de Francia no pueden vigilar sus web, ¿cómo voy a fiarme yo de la web? ¿Haré compras por Internet? ¿Leeré un libro, miraré porno?
En pocos días google me manda un correo donde si quiero seguir manteniendo mi correo y mis cuentas de gmail y blogger debo aceptar sus políticas de empresa. Claro, es una empresa, no es gratis. Y empiezo a leer antes de caerme rendido y dormirme.
La conclusión es la que ya sabía: que pueden hacer con mis datos casi lo que quieran, y digo casi por no pillarme los dedos porque no he terminado de leer las cláusulas.
Hace años yo estaba en contra de los ordenadores, no sé por qué, supongo que por desconocimiento. Hoy no puedo pasar sin ellos, sin llegar a ser un loco de las tecnologías.
Pero me surgen muchas dudas.
Hace  unos años decían a las pequeñas y medianas empresas: pasad vuestros datos a disketes que cabe mucha más información y no se perderá nunca. Ya que en papel, uf, se podría destruir, un incendio, un robo, un ciclón. Y, sobre todo, ocupa menos espacio.
Bien, pero los disketes se rompían sólo con el paso del tiempo, ¡sólo con el paso del tiempo!
Luego nos dijeron, pasadlos a CD. ¡Pero los CD tienen vida limitada! Aunque esto nos lo dijero después. Y nos ofrecieron los pinchos, memorias USB y discos duros externos que, poco a poco, se iban rompiendo de la misma manera que los anteriores dispositivos.
Entonces apareció la  nube y nos dijeron: el mejor espacio del mundo, puedes tener todo lo que quieras en un lugar llamado nube, el espacio sideral donde guardar la cantidad de datos que quieras, por si te vas a Japón y no quieres llevarte las cosas encima.
Pero resulta que puede venir otra vez el FBI y decir que no, que los de la empresa-nube son los malos y que se cierra, y si desaparecen tus datos, mala suerte, haberlos guardado en papel.
¡Vaya!
Que google, infojobs o un banco tengan mis datos no es malo, que conozcan mis preferencias, números de teléfono, de cuenta, fotos de mis hijos, no es malo, lo otro sí.
Por otro lado, aquí en España, si eres una empresilla de tres al cuarto, los jueces te machacan si te sales un milímetro de la ley de protección de datos, pero si eres una empresa ubicada en otro lugar del mundo, pongamos eeuu, te libras.
Siempre pueden decir, no uses google, no uses gmail, no uses movistar, no uses ono, no bebas coca cola, no fumer fortuna, no camines por la acera. Lógico. Todavía nos queda el poder de decidir, así como la capacidad de vivir en la paranoia constante.

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