Bromas las justas

Bromas las justas (con el tacto y le educación para hacerlas cuando corresponde)

Hace un par de días bromeaba con la chucha de Rubalcaba y ayer el tío cachondo va y dice que los políticos tienen que hacer un striptís. Tienen que desnudarse. (A nivel económico)
Luego otro popular hizo unas cuantas bromas al respecto, hizo un juego de palabras muy divertido conjugando cuentas, cuentos, cuentos, cuentas.

Sí, sí, sí. Soy partidario del buen humor, de las bromas y de los chascarrillos.
Pero no lo haría si fuera político elegido por millones de personas, ciudadanos que depositan su confianza (si queda algo de esto) en una persona, partido, manera de ver las cosas.
Luego que no se sorprendan si la gente los mira malencarados por la calle e incluso los insultan. No justifico el insulto pero no puedo aguantar esas meteduras de pata que son aparecer frente a todo el país a hacerse el gracioso, a ver quién perfila el juego de palabras más ingenioso o el chascarrillo de bar más elocuente.

No me hace gracia y no lo permito. Que bromeen y se escupan en los pasillos del Congreso, o en la cafetería, donde nadie los vea.

Porque ninguno de los españoles se cree nada de lo que están diciendo sobre sus declaraciones de rentas. Podría ser verdad, podrían jurarlo sobre la biblia, nadie se lo creería porque el nivel de confianza ha bajado de manera exponencial con la crisis.

Aunque lo insoportable, lo peor de todo, son las bromas. Yo bromeo en mi casa, bromeo en mis redes sociales, bromeo porque quiero. Pero no permito que una persona pública, que lo es por elección popular, de la gente, se haga el gracioso.

Pueden tener todo el sentido del humor del mundo, pero es de buena educación saber utilizarlo cuando la ocasión lo requiere. Sobre todo, sobre todo, después de hacer el trabajo para el que los hemos habilitado. No lo olvidéis, para el que nosotros los hemos habilitado.


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